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jueves, febrero 14, 2013

{Si te cortas...}


Todo parecía perfecto, tenías una vida hermosa, pero todo dio un giro de 160 grados, y cambio tu vida para siempre. Cada día te miras al espejo detenidamente, mientras en tu interior te preguntas: “¿por qué no puedo ser hermosa?”. Te sientas en la cama de tu cuarto y tomas una revista. La abres y ves a una modelo, con cuerpo perfecto, rostro hermoso... La miras detenidamente y piensas: “¿por qué no puedo ser como ella?”.
Estas cansada de ser como eres, no puedes soportarlo. Al día siguiente tus padres discuten, corres a tu cuarto y te encierras en él. No sabes que hacer; solo te recuestas en la pared y dejas que tus lagrimas corran, mientras escuchas sus gritos.
Un mes después llegan tus notas del colegio. Nunca fuiste sobresaliente, y ahora empeoraste. Tus padres se enfadan contigo y te gritan; te sacan el celular y la TV.
En casa ya nada es lo mismo… ahora todos te culpan a ti de todo lo que sucede, siempre te gritan.  Ya no te sientes querida, y para empeorar, te repiten siempre lo inútil que eres: “¿por qué no puedes ser como las demás?”, “¿Por qué no dejas de comer un poco?”, “¿Por qué no sigues el ejemplo de tus compañeras?”. En el colegio nadie quiere ser tu amigo, todos te ignoras, se ríen y burlan de ti.
Un día estabas sola en casa, encerrada en tu habitación luego de haber discutido con tus padres. Entras al baño y sientes que no puedes más: “¿por qué Dios? ¿Por qué me diste esta vida de mie*rda?”. Las lágrimas corren por tus mejillas, te miras al espejo y te sientes nada. “¿Por qué no me muero?” “¡Ya no quiero existir!” “Todo es tan injusto…”
Necesitas sacar todo el dolor, necesitas desahogarte, y los gritos y las lágrimas no son suficientes. Levantas el rostro y ves el botiquín de primeros auxilios. Lo abres y ves un cutter. “¿Qué puede ser lo peor que puede pasar?”.
Te miras al espejo y sabes que es lo mejor que puedes hacer. Insegura sostienes el objeto cortante con fuerza y lo pasas por tu muñeca izquierda en forma horizontal. Un dolor punzante cruza tu brazo, seguido de un fuerte ardor. Gimes del dolor. 3 minutos y el dolor va cesando… “se siente bien”. Despacio haces otro corto debajo del anterior, el dolor y la quemazón son intensos, pero miras las cortadas y piensas: “Ya me acostumbrare”. Dos cortes más y te sientes bien, el dolor emocional ya no se siente, solo es dolor físico. Suspiras y dices: “Sabía que podías con esto”.
Una mes después cortarte ya se a hecho algo normal y común en tu vida. Gracias a Dios nadie te ah descubierto, ya que sueles usar camisetas con mangas largas.
Pero… un día tu compañera de banco descubre tus cortadas, cuando por accidente subiste tu manga. Todos tus compañeros se enteran y se ríen en tu cara. Corres al baño y te encierras allí… “¿Por qué todo a mi?”. Al llegar a tu casa, vas a tu cuarto y te vuelves a cortar; “¿Por qué no me dejan en paz?”.
Al día siguiente vas  al colegio, y al pasar por los pasillos todos te miran y se ríen, algunos murmuran: “¿sabias que andan diciendo que ella se corta?”, “¿Acaso esta loca?”, “Es un bicho raro.”, “Ojala se muera. Esas personas son un asco.”
Sostienes tu mochila con fuerza y entras a tu clase. Cuando regresas a casa tus padres te están esperando sentados en el comedor. “¿Por qué?” “¿En serio te cortas?” “¿Qué clase de persona eres?” “¡No voy a tolerar que hagas esas cosas!”"¡Si no fuera por tu compañera ahora estaría muerta!". Miles de gritos te rodean, tratas de defenderte, pero sientes un golpe. “¿Ellos me golpearon?”.
Corres a tu habitación y trabas la puerta. Vas al baño y sacas el cutter. “Ya no puedo más, esto es demasiado… ¡ya no quiero seguir así!”. Te cortas… 1, 2, 3, 4, 5 y 6 cortes; sientes un alivio inmenso, el dolor interior se a evaporado y solo sientes dolor físico. Las lagrimas salen de tus ojos: “¡NO ES SUFICIENTE!”. Te cortas todavía más, 2 cortes más, 3 cortes más… La sangre corre por tus brazos, pero el dolor interno desaparece. Te empiezas a marear y ya no escuchas nada, la vista se te nubla y no puedes mantenerte en pie. Caes al suelo, sientes la sangre correr por tus manos y brazos, pero ya no hay dolor. Ya no hay nada. Sientes tus ojos cerrarse, y con una lagrima corriendo por tu mejilla, das tu ultimo suspiro. 

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